Hace unas tres semanas fui a pasar el fin de semana a Collioure, un pueblecito costero de lo que se conoce como la Côte Vermeille, en la parte sur de Francia y a tan sólo 30 kilometro de la frontera con España
Llegamos el sábado a media mañana y entre llegar al hotel, registrarse y aparcar se nos fue más de una hora, si a eso le añadimos que los franceses empiezan la hora del almuerzo a las 12, total que pude aprovechar la mañana muy poquito y sólo di una vuelta por las calles del centro. Por cierto no queda más remedio que adaptarse a los horarios de comida de los franceses, ya que hay muchos sitios que a las 14:30 horas cierran el servicio de la cocina.
Tras pasear por el centro y mirar dónde sería más conveniente comer, no porqué tuviéramos demasiada hambre, sino porque si nos demoramos mucho no encontraríamos lugar para comer, nos decidimos por el Rte. “La Frégate” justo al lado del rio, por cierto que tenían un menú cerrado por 16 euros bastante completo y que incluía en el precio incluso la bebida, algo bastante poco habitual en estos tiempos.
Puesto que llovía y hacía un día desapacible decidimos coger el trenecito turístico para ver el pueblo y sin mojarnos. ¡Sí! Si ya sé que lo de coger trenecitos es un imán para turistas de una cierta edad y familias con niños pequeños, pero la verdad es que en esta ocasión realmente mereció la pena, puesto que además de pasearte por el pueblo en cuestión mostrando los principales puntos turísticos (Chateau Royal, Fortaleza, Molino y Convento de los Domenícos), también te llevaba por un camino forestal que iba ascendiendo montaña arriba entre los viñedos, dándote la oportunidad de tener unas vistas estupendas y espectaculares del pueblo y de sus 2 playas.
Vista de Collioure desde lo alto de la Colina por dónde subimos con el trenecito turístico |
Tras la visita en el tren y aunque seguía lloviendo, nos dimos unas vuelta por las callejuelas del centro del pueblo que ya en si se trata de un buen atractivo ya que con sus callejuelas estrechas y tan bien conservadas permite hacerse una idea como era el pueblo en el pasado. Las más céntricas de estas calles están llenas de tiendas de souvenirs, ropa y restaurantes de todo tipo.
A media tarde y ya bastantes mojados decidimos volver al hotel para cambiarnos y salir nuevamente para empezar a ir buscando un sitio dónde cenar, pues recuerdo que las cenas en Francia se empiezan a servir a partir de eso de las 7 de la tarde. Cómo nos parecía muy pronto para cenar, decidimos ir a tomar algo antes y acabamos en el Petit café un establecimiento bastante curioso que estaba decorado con ilustraciones de la época de la Belle Epoque, incluso en el interior de los aseos había carteles colgados de la época. Justo en la misma calle, encontrarnos un restaurante para cenar llamado “Le Puits” con cocina a base de pescados y mariscos. Tras la cena y pensando que podríamos encontrar algún sitio para tomar algo, dimos varias vueltas y acabamos el café Sola también junto al rio y que un café típico francés un tanto desangelado que hacían de todo tanto desayunos por la mañana, comidas al mediodía, como de bar musical por la noche. Así que o no supimos encontrar un bar de copas o no había.
Rincón de Collioure |
Callejuela del centro de Collioure |
Vista desde el Château Royal |
El domingo climatológicamente hablando fue mucho mejor, ya que amaneció un día soleado sin nubes y por supuesto sin lluvia. Así que nos dispusimos a visitar el Château Royal que además acogía una feria de anticuarios. En el castillo se pueden visitar varios salones, la capilla, el gran patio de armas e incluso caminar por las murallas que te ofrecen unas maravillosas vistas de las dos principales playas de Collioure.
Cómo era domingo y día de mercado, toda la población estaba muy animada con gente mirando, comprando y paseando. También aprovechamos para hacer varias compras, entre las que destacaría una botella de Muscat de Rivesaltes, excelente vino dulce de la zona.
Tumba de Machado |
No puedo acabar este relato sin olvidarme que también visitamos la tumba de Antonio Machado y que se ha convertido desde hace mucho años en lugar de peregrinación, ya que a la tumba no le faltan nunca flores frescas, así como innumerable placas como muestras de homenajes de diferentes colectivos que a pesar de los años de su muerte siguen recordando al poeta.
De nuevo tocó comer tempranito y aprovechamos para comer algo rápido como fueron unos creps salados en la Crêperie Bretonne también junto al rio, cabe destacar que fue una elección desacertada a todas luces, ya que fueron muy lentos, una presentación de los plastos nefasta y un servicio pésimo, vamos que nos llegaron a dar ganas de cogernos la puerta e irnos sin pagar. Cómo premio a nuestra mala experiencia nos dimos el gusto de tomarnos un café y con unas pastas a base de almendras típicas de Collioure.
En resumen nuestras estancia en Collioure fue un fin de semana muy completo, en el que se puede comer bien, hacer turismo e ir de compras.
Tiene muy buena pinta el sitio. Muy "cuco" :D Ideal para un fin de semana. Y qué bien se come por el sur de Francia... Todavía me acuerdo de cuando fui a la Provenza... Ñammm! :D
ResponderEliminarSi la verdad es que es un sitio ideal para pasar un fin de semana y aprovechar a comer muy bien, aunque personalmente yo estoy enamorada de la Provenza, a ver si me animo y escribo un post sobre ello.
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